Tiene una voz cálida y sensual que recuerda al estilo dulce de Marisa Monte. Pero Silvia Torres, baiana pura, es una bomba. Alta y guapota, luce un escote impresionante y explica su trabajo con una pasión convincente, conmovedora
"Los baianos somos siempre un poco místicos, una mezcla de los misterios del mar del Recóncavo y los lamentos poderosos del Sertao".
La primera visita de esta mujer que empezó a cantar de niña y que ahora combina su talento de intérprete con un oficio social (coordinar unas clases de música para los niños pobres dentro de un programa del Estado de Salvador de Bahía) llega después de una larga gira por los países nórdicos y Francia, donde Dans mon isle, un tema de este sugerente Take saravá, cantado en francés, está siendo un gran éxito.
Según explica Torres, el disco fue grabado en un estado de emoción total. "No en directo, pero sí como en vivo. Había un proyecto, sólo eso, nada preestablecido del todo, porque para que el trabajo pueda ser verdad tiene que ser así. Carlinhos tocando y yo cantando, metidos en el estudio, intentando focalizar la música baiana... Fue muy lindo, muy suave, todavía se me ponen los pelos de punta".
Torres habla un brasileiro precioso, con esa cadencia que dicen que tienen los de Bahía, un sitio donde el 80% de la población es negra y que sobresale por el misticismo y el sentido del ritmo (parece que sus enloquecidos carnavales inspiran a todos los demás). "Yo no reniego del carnaval, ¿cómo podría? En carnaval me subo en mi trío eléctrico y me tiro cuatro días cantando. Es la locura, una gozada: hay millares y millares de personas oyéndote".
"Pero sé que ése no es mi trabajo, que estoy en otra onda", añade esta admiradora de Caetano y Gilberto. "Una música menos popular, más seria, quizá más difícil, cosas locas pero verdaderas que cuentan lo que soy sin preocuparme de salir en la radio o no: si es bonito, tiro para adelante".
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